La santificación es el proceso que Dios usa para conformar a los creyentes a la imagen de su Hijo. Los escritores de la Biblia utilizaron imágenes que hablan del trabajo de moldeado de Dios en la vida de sus santos. Isaías, por ejemplo, comparó al Señor con un artista alfarero: “Nosotros [somos] barro, y tú el [alfarero] que nos formaste […] obra de tus manos somos” (Isaías 64.8). Algunas de las herramientas que Él utiliza para moldearnos y perfeccionarnos son:
Cuando una persona pone su fe en Jesucristo se convierte en un nuevo creyente y es santificada, es decir, apartada para el propósito de Dios. A diferencia de la salvación, que tiene lugar en un instante, la santificación es un proceso que dura toda la vida. Quienes somos seguidores del Salvador debemos dejar que el Espíritu Santo controle nuestra vida. Si es así, ahora mismo estamos siendo santificados, no importa lo que podamos sentir o cómo parezcan nuestras acciones a los demás. Dicho en otras palabras, estamos madurando de manera progresiva en nuestra fe.